La infelicidad forma parte de la condición humana normal. Es una respuesta natural a determinadas situaciones. Por sí misma, pasará a su debido tiempo, a menudo más rápido de lo que creemos. Pero de alguna manera, muchos de nosotros no somos capaces o nos resistimos a dejar que las cosas sigan su curso natural: cuando nos sentimos tristes o infelices, sentimos que tenemos que hacer algo, aunque sólo sea comprender qué está pasando. De este modo, lo que sería una tristeza breve y pasajera podemos hacer que, debido a nuestra reacción, se convierta en una insatisfacción e infelicidad permanentes.
Este proceso tiene lugar en tres fases:
- Aparece la infelicidad.
- El estado de ánimo infeliz genera estructuras de pensamiento, sentimientos y recuerdos del pasado negativos, que aumentan nuestra infelicidad.
- Intentamos eliminar nuestra infelicidad por medios que sólo consiguen mantenerla y empeorar las cosas.
Tenemos que entender que la primera y segunda fase son procesos normales, es decir, en algún momento irremediablemente nos sentiremos infelices, y es muy frecuente (aunque no tiene por qué darse siempre) que esto active patrones de pensamiento negativos basados en experiencias pasadas. Hasta aquí podemos decir que no ocurre nada anormal, es simplemente el modo en que funciona nuestra mente (estableciendo conexiones, buscando similitudes, sintiendo emociones, recuperando contenidos del pasado…). Sin embargo, el problema real viene cuando esto no lo percibimos e interpretamos como algo normal, y nos decimos cosas como que “No está bien sentir esto que siento”, “ Otra vez ocurrirá lo mismo”, “Por qué siempre me toca a mí”, “ Qué me pasa”, y si seguimos el hilo de esta actitud acabamos llamándonos cosas como “Soy un fracasado/a”, “Soy un inútil”, “No valgo para nada”, “soy incompetente” y un sinfín de “piropos” más que irremediablemente nos atraparán en una mayor infelicidad.
Esta sería la diferencia entre dolor y sufrimiento. El dolor, es una reacción natural ante determinadas circunstancias (pérdidas, rechazo, fracasos…), la causa del sufrimiento radica en cómo enfrentamos las situaciones difíciles, los conflictos y las adversidades que van surgiendo de forma inevitable en nuestras vidas.
Entonces, ¿Qué podemos hacer? Existen dos pasos claves para responder de una forma mucho más adecuada:
- Aprender a reconocer los pensamientos o rumiaciones que nos preocupan y el impulso a actuar en el mismo momento en el que los experimentamos, y a considerarlos como lo que son, productos de la mente.
- Cultivar patrones mentales alternativos que nos permitan responder con mayor sabiduría a la tristeza, la infelicidad, a otras emociones desagradables y las experiencias internas no deseadas.
La terapia cognitiva basada en Mindfulness es la combinación perfecta para llevar a cabo este proceso y entrenar estas habilidades.